El esfuerzo de mayor intensidad que puede generar nuestro cuerpo en estado normal es del 90% en las personas entrenadas y del 75% en las sedentarias.
En el caso de los deportistas es muy difícil acceder a ese 10% que falta, ya que conllevaría un riesgo para nuestro organismo. Sólo se activa en situaciones extremas de “VIDA O MUERTE”. Por ese motivo nuestro 100% en realidad corresponde al 90%.
Si conseguimos estar muy motivados o el contexto nos motiva (el público, competir en unas olimpíadas o campeonatos importantes a nuestro nivel) podemos superar ese 90% y ese pequeño aumento es el que en muchas ocasiones marca la diferencia.
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